En el mundo científico ya nadie duda que el cribado del cáncer de próstata salva vidas; el problema es que de un gran número de pacientes tratados sólo unos pocos se acabarán beneficiando. O lo que es lo mismo, que trataremos de forma radical, con los efectos secundarios que ello conlleva, a un número muy alto de pacientes que no lo necesitarían para salvar su vida. A esto hay que añadir los altos costes sanitarios no encaminados a mejorar la supervivencia individual.

A partir de esta evidencia, desde el año 2012 y liderado por las restricciones de las autoridades sanitarias estadounidenses, se limitó el cribado del cáncer de próstata en la población general; de tal manera que había que explicar esto al varón antes de hacerlo y que él decidiese si realizarlo.

En qué consiste el cribado del cáncer de próstata

El cribado del cáncer de próstata consiste en la realización de una analítica de sangre con un marcador específico de la próstata (PSA) y un tacto rectal.

Desde 2012 en los Estados Unidos se ha reducido las cirugías por cáncer de próstata, lo que en principio parecería un buen dato, pero se han incrementado los cánceres de mayor riesgo: aquellos con extensión tanto local como regional, y lo que es peor, los que debutan con metástasis a distancia.

En países europeos que no se han llevado a cabo las medidas restrictivas del cribado del cáncer de próstata, y en especial en los países escandinavos en los que se han seguido aplicando, no se ha observado el empeoramiento de los cánceres diagnosticados. Incluso se ha constatado que con la aplicación del cribado, en hombres entre 55 y 69 años, “la probabilidad de morir de un cáncer de próstata disminuye dramáticamente” van Poppel MD PhD professor of urology, University of Leuven, Belgium en EUA 2018.

Examen rectal

Por tanto, nuestra labor como médicos es reconocer aquellos cánceres prostáticos de menor riesgo y aplicar terapias menos invasivas cuando sea posible, e incluso sólo observar sin tratar (protocolos de vigilancia expectante). Se debe aplicar terapias curativas con cirugía más precisa y menos agresiva como la robótica en casos seleccionados, y no aplicar medidas restrictivas que sabemos que pueden favorecer a que se nos escapen algunos cánceres de alto riesgo.

Si el cribado puede mejorar la supervivencia de nuestros pacientes debemos recomendarlo mediante un uso racional. Si tiene entre 50 y 69 años consulte con su médico si le conviene realizarse un PSA y un tacto rectal, aunque no sienta síntoma alguno, y muy especialmente si tiene un hermano o su padre con cáncer de próstata.

Dr. Fernando González-Chamorro Ladrón de Guevara