La incontinencia urinaria, definida como la pérdida involuntaria de orina, afecta a millones de personas en todo el mundo, especialmente a mujeres y adultos mayores. Aunque tradicionalmente se ha relacionado con factores como el embarazo, el parto, la menopausia, cáncer de próstata y ciertas patologías neurológicas, en los últimos años se ha prestado mayor atención a otro factor de riesgo modificable: el sedentarismo. La falta de actividad física no solo tiene consecuencias cardiovasculares y metabólicas, sino que también puede contribuir al debilitamiento del suelo pélvico y a un deterioro general de la función urinaria.

¿Qué es el sedentarismo?

El sedentarismo se refiere a un estilo de vida caracterizado por niveles bajos de actividad física. Esto incluye pasar la mayor parte del día sentado o realizando actividades que requieren poco esfuerzo físico, como ver televisión, trabajar frente a una computadora o usar dispositivos móviles. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), se considera que una persona lleva una vida sedentaria cuando realiza menos de 150 minutos de actividad física moderada a la semana.

Mecanismos que relacionan el sedentarismo con la incontinencia urinaria

  1. Debilitamiento del suelo pélvico. Uno de los efectos más directos del sedentarismo es la debilidad de los músculos del suelo pélvico, encargados de sostener la vejiga, el útero y el recto. La inactividad impide la correcta tonificación de estos músculos, lo que favorece la aparición de incontinencia, especialmente la de esfuerzo (pérdida de orina al toser, estornudar o reír).
  2. Aumento de peso y presión intraabdominal. El sedentarismo contribuye al sobrepeso y la obesidad, factores de riesgo conocidos para la incontinencia urinaria. El exceso de grasa abdominal incrementa la presión sobre la vejiga y el suelo pélvico, lo que puede comprometer su función.
  3. Disminución de la circulación y metabolismo muscular. La inactividad física puede afectar la circulación sanguínea y el metabolismo muscular, lo que repercute negativamente en la capacidad del cuerpo para mantener la integridad muscular, incluyendo la musculatura pélvica.
  4. Alteraciones del tránsito intestinal. El sedentarismo también está vinculado al estreñimiento crónico, que puede aumentar la presión sobre la vejiga y deteriorar aún más el tono del suelo pélvico debido al esfuerzo durante la defecación.

Evidencia científica

Diversos estudios han mostrado que las personas físicamente activas tienen menos riesgo de desarrollar incontinencia urinaria. En mujeres, se ha observado que el ejercicio regular, especialmente aquellos que incluyen entrenamiento del core y fortalecimiento del suelo pélvico, pueden reducir significativamente los episodios de incontinencia. Asimismo, programas de rehabilitación con ejercicios como los de Kegel han demostrado ser eficaces tanto en la prevención como en el tratamiento de esta condición.

Estrategias preventivas

Combatir el sedentarismo es una estrategia clave para reducir el riesgo de incontinencia urinaria. Algunas recomendaciones incluyen:

  • Realizar al menos 30 minutos de actividad física moderada al día.
  • Incluir ejercicios específicos para el suelo pélvico en la rutina diaria.
  • Evitar permanecer sentado por largos periodos, realizando pausas activas.
  • Mantener un peso corporal saludable.
  • Buscar ayuda profesional para diseñar programas de ejercicio adaptados a cada necesidad.

Conclusión

El sedentarismo es un enemigo silencioso de la salud pélvica. Su relación con la incontinencia urinaria pone de manifiesto la importancia de mantener un estilo de vida activo, no solo por razones estéticas o cardiovasculares, sino también para preservar la calidad de vida y la autonomía personal. Promover el movimiento es, sin duda, una medida efectiva y accesible para prevenir o mejorar la incontinencia urinaria en personas de todas las edades.

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